VILLA MERCEDES
Los que pudieron comprar membranas y chapas para reparar sus techos de losa y de tejas, y meter los autos al chapista ¿cuánto gastaron?
Los vecinos de la ciudad sufrieron daños que no pudieron esperar y por eso tuvieron que reponer de manera urgente. Muchos pudieron hacerlo de manera inmediata tras la feroz tormenta. Pero este panorama deja afuera a los más humildes que tienen techo de madera y nylon, y que siguen inundados porque la asistencia que prometió el Gobierno no llega.
El comercio de Villa Mercedes comenzó febrero con la certeza de que todo el dinero que circulara en la calle iba a depositarse a los corralones, vidrierías y talleres de chapa y pintura. En este sentido, las dos primeras semanas después de la piedra que devastó la ciudad hace 20 días fueron el pico más alto de las ventas. Se trata en puntual de los vecinos que pudieron asumir los gastos con sus ingresos propios.
“Ahora mermó un poco. La gente priorizó lo esencial como las membranas en el caso de los techos de losa, cambiar caños y los tanques que es fundamental para una familia”, contó Jorge Pardo desde la Ferretería del Sur, ubicada en Sallorenzo 399.
Los reservorios domiciliarios sufrieron graves daños y quedaron inutilizables. “En dos semanas habremos vendido entre 50 y 70 tanques tricapa, que van de $23 mil a $29 mil. La fábrica que estaba de vacaciones tuvo que ponerse a fabricar por la demanda”, contó.
No todas las familias pudieron reemplazar las tejas que se rompieron en su totalidad (en gran medida porque conseguirlas no es fácil) y por lo tanto las reemplazaron por chapas, que tienen un valor aproximado de $30 mil cada una.
Desde otro corralón comentaron que se vendió el doble de membranas que en otros meses (un rollo puede valer unos $9 mil) y que en la última semana hubo “una decaída del coletazo” que causó el temporal. “Hay personas que tuvieron que cambiar el techo completo de tejas, porque hasta la madera se rompió”, dijo un empleado al ser consultado por El Chorrillero.
También se pudo conocer que “no se notó un gran movimiento de los créditos”, lo cual podría darse porque miles de personas siguen realizando trámites para acceder al beneficio.
Desde su taller de chapa y pintura, ubicado en Suipacha 2245, Jorge Ochoa señaló que recibió la solicitud de presupuestos, y que muchas personas están juntando el dinero para hacer los arreglos. Pero todo sube y los números se modifican constantemente. Los materiales son costosos, y según contó, como para tener un panorama de los gastos, el medio litro del líquido que se usa para el brillo sale alrededor de los $16 mil. Sin contar los otros elementos como pasilla y pegamentos.
Un damnificado por la piedra tiene que invertir unos $30 mil por paño (que sería una puerta, o un guardabarro), inclusive tiene que pensar hasta los $70 mil según los colores. En los casos que son irrecuperables, los dueños han tenido que comprar las partes, como por ejemplo los paragolpes. El techo y el capó ya valen por dos partes cada una.
Gastón Fernando Leiva, que tiene su taller en Uruguay 209, esquina 9 de julio, está trabajando 12 horas corridas. “Hay que martillar, enderezar, hay mucho trabajo”, le contó a este medio. Generalmente trabaja en la restauración de vehículos u otros chocados, por lo cual no juntaba más de tres o cuarto vehículos al año. Esta vez el desastre climático superó todas las expectativas.
“Ya tuvimos entre 7 y 15 en menos de un mes. Entregamos por lo menos 700 presupuestos”, sostuvo. “Hay mucha gente que lo compró con sacrificio, que lo necesita para trabajar y está haciendo el esfuerzo para arreglarlo rápido. Muchos están desesperados. Acá creemos que vamos a tener trabajo para un año y medio más”, consideró.
“Hay autos que no son irreparables, y que por el costo no conviene reparar. En muchos casos se compran las partes, como el capó”, añadió. Lo precios pueden estar entre los $350 mil y los $700 mil.
Otros comerciantes reconocieron que la tormenta hizo disparar los precios, por ejemplo el de lunetas y parabrisas. Por eso muchos vecinos se fueron hasta Río IV o San Luis donde consiguieron precios “más razonables”.
“Antes de la piedra fui a comprar un pegamento a $2800, y cuando volví dos días después estaba a $4200”, señaló.
Los más humildes
Este panorama es una realidad opuesta a la que transitan los habitantes más humildes que tiene la ciudad, que están limitados por la crisis económica y que no han podido solucionar sus problemas. Hay gente que sigue inundada porque vive entre bolsas de nylon y tirantes de madera.
En la ciudad miles de personas tuvieron que afrontar el caos y la desorganización municipal y del Gobierno provincial para acceder a un crédito de $100 mil para arreglar los ranchos. Como no hubo un relevamiento de los hogares más críticos, hay mucha duda si la plata llegó realmente donde la necesitan.
Hoy se sabe por las redes sociales que la asistencia no llegó, y que muchos permanecen en la incertidumbre. Esta semana un grupo de personas fue convocada a firmar los contratos. Y al mismo tiempo se acercan los que hicieron ese trámite hace dos semanas y nada. Mientras la burocracia es protagonista, las lluvias siguen causando tristeza y resignación.